Con el inicio de las lluvias de verano tiene lugar un hecho milagroso: los hongos aparecen por doquier en el bosque. Tengo una experiencia incríble en un pueblo, San Pedro Tlanixco, que se encuentra en las inmediaciones del Nevado de Toluca. Aquella ocasión nos quedamos en casa de Doña Eufrosina a la orilla de una enorme barranca. A lo lejos se divisaba una hermosa cascada de agua que bajaba del volcán.
Aún no había amanecido cuando doña Eufrosina se puso en pie, se abrigo con una especie de capa y salió de la cabaña. Supuse que iría a hacer sus necesidades. El momento de mayor frio es cuando amanece. Así que me levanté, cogí unos leños y los puse en la moribunda fogata que estaba dentro de la casa. Soplé hasta que se encendieron unos carbones y luego los leños. Se sintió un poco de calor. Se asomaban los primeros rayos de sol cuando doña Eufrosina entró. Traía consigo un bulto de tela y en su interior había unos hongos muy bonitos, más grandes de lo normal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario